Si bien Budapest se destaca por tener una gran riqueza arquitectónica e histórica, en mi experiencia personal, la comida hace que la visita a ese lugar sea más significativa. Durante mi –corta– estancia de tres días en dicha ciudad húngara, tuve oportunidad de visitar ciertos puntos, en donde además de no dejar de maravillarme por la vista de la ciudad y la amabilidad de sus habitantes, pude conocer distintos platillos tradicionales, sin dejar de mencionar que me quedé con ganas de probar unos cuantos más.
Fuente: Mapa Escondido
Día 1:
El primer día en Budapest coincidí con un chico coreano que también viajaba solo. Después de todo un día de caminar kilómetros explorando la ciudad, decidimos que era hora de comer algo; dimos vueltas buscando algún restaurante típico pero ninguno nos convencía, hasta que curiosamente nos encontramos con un mercado al aire libre en donde hallamos cientos de variedades de comida húngara. ME ENAMORÉ. Después de recorrerlo mil veces y no poder decidir entre tanta belleza culinaria, optamos por pedir dos platos: uno con salchichas fritas, carne de cerdo a la cerveza y papas salteadas con verduras; y el otro con una especie de tostada hecha a base de papa, queso y masa, sobre la cual podías poner el guisado a tu elección, que en esta ocasión fue, una vez más, carne de cerdo –pero ahora con verduras y queso–. Como si esto fuera poco, más tarde compartimos un Langos que también es algo muy típico de la región: masa gruesa a la cual le ponen queso, crema con ajo y más queso.
Fuente: Mapa Escondido
Foto: Langos (Fuente: Mapa Escondido)
Día 2:
El segundo día fue distinto, pues tuve la suerte de hospedarme en un Airbnb con una señora tan peculiar como amable, quien no dudó en compartirme de la comida tradicional que había preparado ese día: pollo a la húngara con papas –bastante fácil de recordar–, y un postre que básicamente es una masa similar a la de las crepas, rellena de chocolate en polvo o queso cottage con azúcar, según fuera tu elección. Después de ayudarle un poco a preparar el postre, obviamente probé las dos modalidades de este y me encantaron. Cabe mencionar que parecía que la señora conocía mi buen apetito, pues me ofrecía más y más comida, y yo, pues aceptaba y aceptaba.
Fuente: Mapa Escondido
Fuente: Mapa Escondido
Día 3:
El último día en esta hermosa ciudad tuve que regresar al mercado que visité el primer día porque simplemente tenía muchas opciones que no podía perderme. Esta vez decidí probar col rellena de carne molida, con un toque de crema ácida. Este es uno de los platillos tradicionales húngaros por excelencia, y quizás suene un poco raro pues la col no a muchos les gusta, pero prometo que la combinación de todos los ingredientes no deja nada a desear.
Fuente: Mapa Escondido
Como pueden darse cuenta, en Mapa Escondido no perdemos el tiempo cuando se trata de comer, y mucho menos si se trata de comer cuando viajamos. Creemos que a la hora de viajar es importante explorar nuevos sabores para así tener una visión más amplia del lugar en cuestión –y tener más energía para seguir explorando–. Solo es cosa de animarse y de salir de la zona de confort, y de olvidarse un poco de las opciones fáciles que todos conocemos como pizza o hamburguesas.
Presupuesto para comer en Budapest: entre 8 y 10 euros por persona –con cerveza incluida– (nada caro, al ser un país de Europa del Este).
Otros puntos a considerar: algunos platillos tienen carne con mucha grasa, que no a todos les gusta.
Para los más valientes: Hay opciones más exóticas –que desgraciadamente no probé– como testículos de cerdo a las brasas.
La gente que te atiende: extremadamente amable y siempre dispuesta a explicarte con paciencia qué contiene cada platillo.
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